El parto inducido es la iniciación deliberada del parto realizada por un médico. En general, se lleva a cabo cuando se considera que el peligro de que continúe el embarazo es mayor que el de la inducción, lo que ocurre a menudo en el crecimiento fetal retardado o postmaduración.
El ginecologo la examina internamente para medir el estado del cérvix y entonces tomar una decisión:
- Si no está a punto para que empiece el parto, se induce la maduración del cuello uterino mediante un gel especial.
- O localiza las membranas que envuelven al líquido amniótico en que flota el feto, y practica un corte pequeño e indoloro en ellas para vaciar el líquido (amniotomía).
Si el parto no se pone en marcha, se inyecta una hormona (la oxitocina sintética) en la corriente sanguínea con un gota a gota intravenoso, la cual estimula el útero a contraerse como en el parto natural.
En una de cada 50 inducciones el útero no responde, y por tanto debe efectuarse una cesárea . En otras ocasiones es preciso utilizar el forceps para conseguir la expulsión fetal.
Por lo común, el alumbramiento se cumple de manera normal. Hay siempre un leve riesgo de parto prematuro , debido a que no siempre se conoce con seguridad la duración de la gestación.